sábado, 16 de mayo de 2015

COMENTARIO DE TEXTO

(1º BACHILLERATO
Según vayamos trabajándolo, lo iremos mejorando y ampliando. Esto es sólo un guión para que no os asustéis.)

Hacer un buen comentario de texto implica tener un amplio conocimiento de todos los niveles de la Lengua y para esto, hemos dedicado ocho meses. A lo largo del curso hemos hablado de Pragmática, Fonética, Morfología, Sintaxis, Semántica y Tipología Textual, además, de haber trabajado bajo los mandatos de la Estilística y tener “controlados” los mecanismos de extrañamiento literarios por los que, ya, no se nos escapa la presencia de metáforas, sinécdoques, oxímoros y otras figuras retóricas que sabemos que aparecerán.
En primer lugar, me gusta comenzar por la Pragmática. Aquí estudiamos la organización interna del texto a partir de la coherencia y de la cohesión textual: se delimitan las franjas que son narrativas, descriptivas, expositivas, argumentativas o dialogadas y qué parte es conclusión o anticipación de otra.
Todo esto nos permite trazar la progresión temática y relacionarla con los campos semánticos. Así, veremos si nos hallamos ante una estructura inductiva, deductiva, lineal o encuadrada.
Debemos estudiar siempre la adecuación (verificar si el registro es adecuado atendiendo a la situación comunicativa); para ello, debemos observar el registro, el vocabulario empleado por el autor, las fórmulas de cortesía, la corrección gramatical y la presentación (se basa en la claridad, legibilidad, ordenación, tipografía, márgenes, gráficos, dibujos…)
En segundo lugar, debemos estudiar la coherencia (propiedad resultado de la acción conjunta y cooperativa de emisor y receptor); la coherencia se consigue con los siguientes mecanismos: unidad clara de significado, ideas expresadas de forma lineal, evitar discordancias e incoherencias, reconocimiento de una macroestructura (inductiva, deductiva, lineal o encuadrada). Además, debemos reconocer fenómenos posibles como ambigüedades (ej: Vi un perro corriendo por la calle), tautologías (ej: Es muy cotilla porque cotillea), evidencias (ej: Mi gato tiene cuatro patas) o repeticiones innecesarias (ej: Llegó y se sentó, y se preparó un bocadillo y se lo comió).
En tercer lugar debemos estudiar la cohesión. Se trata de la propiedad textual por la que los textos se nos presentan como unidades trabadas mediante mecanismos de orden gramatical, léxico, fonético y gráfico. Es el emisor quien la establece y el destinatario la reconoce. En esta propiedad de los textos debemos tener en consideración:
-          La anáfora: un elemento remite a otro que ha aparecido anteriormente. Puede realizarse mediante pronombres o mediante proformas (pronombres, proadverbios, proverbos o proformas léxicas). Todos estos recursos nos permiten formar un todo unitario.
-          La catáfora: mecanismo por el que una unidad del texto remite a otra que aparece posteriormente. Se establece así una relación interpretativa entre dos elementos por la que el primer elemento adquiere sentido por su relación con el elemento que viene después.
-          Repeticiones de palabras (sinonimia y antonimia)
-          Pronominalización.
-          Hiperonimia e hiponimia.
-          Elipsis.
-          Utilización de conectores para ordenar el discurso.

Una vez que tenemos las propiedades del texto estudiadas, debemos hacer un repaso por los seis elementos de la comunicación, ya que, no debemos olvidar en ningún momento que todo texto es un mensaje comunicativo que un emisor ideó para que un receptor decodificara su significado en un contexto determinado, con un canal seleccionado previamente y con un código que ambos (emisor y receptor) deben compartir.

Ahora debemos pasar a hacer un estudio de la Morfología. Rescatamos nuestro conocimiento teórico y hacemos un estudio de las categorías gramaticales. Así, debemos seguir un orden que nos facilite dicho estudio. Personalmente me gusta que comencéis por los sustantivos y que “echéis un vistazo” general a las dos  principales características de esta categoría: formal y semántica (sobre todo, debéis analizar qué sustantivos predominan por su significado: comunes, propios, individuales, colectivos, concretos, abstractos…); esto os va a dar pistas acerca del tema del texto. A continuación, podéis analizar la adjetivación (grado que predomina, anteposición o posposición). Los verbos son fundamentales (si abundan, el texto será muy rápido; si por el contrario, apenas hay verbos, el texto será lento; también es muy importante hacer un análisis de su flexión para ver si hay predominio de algún tiempo –los presentes y pretéritos imperfectos nos colocan ante una narración, normalmente; las formas impersonales o pasivas reflejas, ante textos expositivos, etc.-; igualmente importante resulta observar el modo en el que se conjugan). No debéis olvidar observar si abundan los adverbios, las interjecciones y las conjunciones. Todo esto lleva al terreno de la sintaxis.
Dentro de la Sintaxis, tenéis que observar si en el texto predominan las oraciones simples o las compuestas; y si dentro de la composición, hay un predominio de parataxis o de hipotaxis, pudiendo concluir, dependiendo de una opción u otra, en que el texto sea más o menos complicado gramaticalmente. Esto corroborará el tema, la tipología textual y el manejo que el autor haga de la escritura (no va a ser comparable un texto expositivo de una editorial de divulgación a un texto especializado escrito por Fernando Savater, por ejemplo.)
Si el texto fuera literaria, hay que estudiar las figuras retóricas que afectan a la sintaxis, tales como los encabalgamientos, los hipérbatos, los paralelismos, quiasmos, anáforas, epiforas, concatenaciones, asíndeton, polisíndeton, etc.
Cuando hacemos un estudio léxico-semántico de los textos (nos habrá servido de ayuda el análisis morfológico que ya hemos hecho previamente y el análisis de la coherencia), debemos atender a todos los fenómenos semánticos que ya aprendimos en la primera evaluación: sinonimia, antonimia, polisemia, homonimia, cambios semánticos, etc. y todo el juego que esto genera. En este apartado resulta imprescindible también evaluar la presencia de cultismos, de neologismos, vulgarismos y coloquialismos (que también habrá sido descubierto cuando hayamos estudiado la pragmática en tanto en cuanto, hemos estudiado el registro lingüístico utilizado). No sobra repetirlo para encuadrarlo también en este apartado.
Si nos encontráramos ante un texto literario con figuras literarias, debemos analizar todas aquellas figuras de pensamiento o tropos que afectan directamente al modo de entender (decodificar) las palabras: metáforas, metonimias, sinécdoques, sinestesias, oxímoros, personificaciones, hipérboles, etc.
Fonéticamente también hay que atender al texto. Debemos ser capaces de hacer un estudio del sonido del mensaje. No sólo en cuanto a lo que literariamente conocemos (aliteraciones, paranomasias, jitanjáforas…), sino que tenemos que tener en cuenta la posibilidad de que en nuestro texto aparezcan aféresis, síncopas, apócopes, prótesis, epéntesis, paragoges o metátesis (debido a múltiples causas), o por ejemplo, la presencia de dialectalismos.

Mención aparte hay que hacer de este apartado si nos encontramos ante un texto literario (sobre todo si fuera poético), donde lógicamente, debemos analizar las figuras retóricas en toda su dimensión, y explicar de forma detenida la presencia de aliteraciones, onomatopeyas, jitanfáforas, paronomasias o similicadencias. Determinando los versos de localización y su significado dentro del texto.
Si se trata de un poema, además, hay que hacer un estudio detallado de la métrica (medida de los versos, estudio de la rima y estudio estrófico).

Para cerrar nuestro comentario, debemos elaborar un texto en el que recojamos nuestras aportaciones fundamentales, que deben incluir: autor, tema del texto, tipología textual y breve estudio de la época en la que el texto nació que justifique todas nuestras ideas. No será lo mismo estudiar el “carpe diem” de un soneto de Garcilaso, que estudiar el “carpe diem” de un texto de Luis Alberto de Cuenca.


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